domingo, 15 de febrero de 2009

Landia

Aciago el paisaje que me esperaba, delante de mis ojos y para mi desgracia, se deshacía un cielo azul o turquesa que en lo vago de esta descripción da lo mismo cual color fuera. El viento soplaba por sobre mis mejillas y me sonrojaba la impavidez de los pinos.

Me di cuenta enseguida que estaba atrapada en este cuento de superrealismos, en este bosque de esquirlas perdidas por doquier, cualquiera fuera el lugar donde posara mi mirada.

Dado mi estado ingrávido y socavado, me di a caminar sin siquiera mesurar mi andar, por lo cual tropecé varias veces con lo que creí eran piedras, mas no eran sino objetos de mis temores, materializaciones de mis recovecos oscuros, degradaciones de mi propio devenir del alma.

Para el final del bosque, delimitado por el abismo y abajo solo rocas de espanto, mi cuerpo eran solo mis piernas y mis brazos, el medio comprendido era roca y era pasto.

Ese día me di cuenta, parada frente al ocaso, que en el medio comprendo mi todo, y el resto son sólo piernas y brazos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siento que todo esto me puede pasar en un bosque gesellino, no sé por qué...

rep-t dijo...

¡Maravilloso! Y me agrado eso de que la letra se vaya agrandando porque al comienzo no veía nada... Espero haber leído todo.