jueves, 31 de diciembre de 2009

Nada de vuletas

Entre lobos y vampiros un camión de la alegría pide paz mundial.

Entre tanto, un grupo de gente vive de la naturaleza en la ilegalidad.

Un hombre con barbas y uñas mugrientas trata de regenerar la cultura que le consumió el cerebro.

Un tipo de bigote, camisa y zapatos marrones planea una fiesta familiar antes de la reunión que llevará a su institución a la caída democrática y el poder internacional.

Una mujer lava el piso, un ave cae en pleno vuelo, un niño se ríe con su abuelo.

Del otro lado del puente, repta una oruga y llora una flor.

Un chico toca la guitarra melancólica y grupo de jóvenes intelectuales planea llegar a la luna para salvar la economía.

Otro junte de chicos organiza medidas políticas ante la pérdida de la soberanía del pueblo.

Un tipo anda en patines a la conquista del mundo.

Una pareja planea un hijo, un perro ataca a su dueño, una planta se seca, una brisa nubla el día.

Una manada de jóvenes estudia, un numeral de individuos trabaja, otros pierden el empleo.

El café se enfría. Una chica se suicida, una chicharra grita y un elefante cae en la carrera.

Una pantalla se enciende, una joven mira atontada un monitor.

3 millones de canciones enaltecen el día, desova una tortuga, caza un león, germina una semilla, se extingue una llama. Un tipo flaco ceba mate a una chica alta.

Se forma una ola, se escucha un piropo, se hace silencio, frena un taxi.

Un hombre trata de mantener a su familia, un hombre trata de mantenerse.

Un hombre se cae, se levanta, sonríe, recuerda su última publicación.

Una pala se clava en la tierra. Una mujer guarda en un cajón su vida completa en un papel.

Una criatura se espanta. Una joven se debate su carrera frente a un libro. Un joven, un amor.

Se ensucia una hoja, se cierra una puerta. Se contamina un río, nada un pez, duerme un gato. Escribe.