Ella pretendía creer en el hechizo. Se le hacia difícil. “Son cosas de pueblo, pero…” Al fin y al cabo eran cosas del pueblo, de su pueblo… Habladurías.
Se decía que su soltería con ya más de 40 en su cuenta, se debía a un hechizo de su único novio de la infancia, quien por celos de la mirada de su novia en otro chiquito de 6to grado, le habría armado una especie de vudú, un sortilegio para que sola se quedara por siempre.
Se le hacia cada vez mas insoportable la duda, se le hicieron duras las miradas de aquel pueblo, sin nada en particular pero siempre abrazado a las macumbas.
Entonces fue que consultó de bruja en bruja, quienes solo le decían “tenga cuidado, mejor sola que mal acompañado, no es él, es su novia”
Su novia era del jet set del pueblo. Su novia era intocable, ni se le podía hablar tan solo porque se consideraría un insulto. Ella y Él jamás se casaron y sobre eso también se hablaba. Siempre se supo de su infertilidad. Fue vox populi su figura lánguida, tísica.
Y entonces solo quedó hablar con Ella o seguir esperando el amor.
- ¿Qué me hiciste?
-Yo nada… ¿que le hiciste vos a él?
- No entiendo. Todos me dicen que sos vos la de la brujería y que por eso no me he casado todavía.
-Que curioso, a mí me dijeron que vos lo volviste infértil a él. Y Ahora que te veo, pareces embarazada, ¿que hiciste? ¡Ay Dios!
Al mes siguiente la solterona parió un hijo, vaya uno a saber de quien, si del espíritu santo o de una bruja de barrio. De Ella, sólo se supo que la internaron de nervios en el alma. Él sigue intacto, como si nada pasara.
De vez en cuando en el infierno chico se encuentra algún diablo.
1 comentario:
Espíritu Santo? creo que lo leí en algún lado ya jaja. Vie, seguí escribiendo! Fuerza!
Amapo o alme ?
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